Todos los ríos
Cuando todos los días se hayan acabado,
cuando del tiempo no quede nada,
quedará todavía tu recuerdo que en la vagarosa
sombra de la memoria, persiste como inquietante
sombra que el sueño ahuyenta.
Y si esa sombra aparece como inútil consuelo
de lo que ya no existe, trataré de ignorarla para
así poder comenzar un nuevo divagar por ese
mundo al que no podemos renunciar.
¿Quién sabe cuál es el destino que nos está asignado?
¿Quién puede decir donde nos llevará el río del tiempo?
Todos los ríos llevan al mar, que es la muerte,
y allí todos acabaremos mientras nuestra individualidad
se diluye en las saladas aguas cuya infinitud
no podemos sondear.
Pero hasta que eso ocurra, miles de cosas pasarán,
e inexorablemente, miles de decisiones tomaremos
sin saber nunca si estamos haciendo bien o mal.
Solo en el último segundo, cuando estemos a punto
de confundirnos con el vasto mar,
sabremos cual fue el resultado de nuestro devenir.