El árbol
Como pájaros errantes
los pensamientos revolotean
sobre mi cabeza
mientras miro ese
desmesurado árbol cuyas
ramas se extienden
hacia un lado y el otro
como queriendo abarcar
todo el parque.
Recuerdo cuando tomados
de la mano recorríamos
los senderos que daban
vueltas y se entrecruzaban
formando un intricado diseño.
¿De qué hablábamos?
No me pidas que lo recuerde
cuando mi memoria
es tan fugaz
que hasta las cosas importantes
se me escapan.
Seguramente banalidades, fruslerías,
cosas sin importancia.
Comentarios circunstanciales:
cómo va vestido aquel o aquella,
como camina esa pareja,
qué calor que hace,
parece que va a llover...
Todo lo que uno habla
cuando no quiere
quedarse callado,
cuando quiere mostrar
que el otro le importa
y que comparte el momento.
Ahora pienso: ¿porqué uno cree
que los momentos son eternos,
que todo va durar para siempre,
que las cosas siempre van a ser así?
Si uno se diera cuenta
de que todo es tan inseguro,
que todo puede cambiar
de un instante para el otro,
hablaría de las cosas
que realmente importan
y tal vez estaría ella ahora aquí.